1940. La estación de ferrocarril de Canfranc, magnífica obra de ingeniería de los años 20, se convierte en punto estratégico de paso de mercancías entre España y Alemania: alimentos, hierro y wolframio para nutrir la Guerra que desangra a Europa. Al mismo tiempo y bajo una aparente normalidad, el jefe de la aduana francesa, Albert Ie Lay, es un activo espía al servicio de la Resistencia.
Además, contribuye a que cientos de Judios, disidentes y soldados aliados logren pasar la frontera española camino de la libertad. Pero la Gestapo decide detenerle. Alguien le avisa en el último momento y emprende una rocambolesca huída que se inicia con un inocente paseo. Es el Rey de Canfranc